Con el regreso a las aulas vuelve también nuestro protagonismo como padres a la hora de recordar a nuestros hijos adolescentes la importancia de hacer un uso positivo y equilibrado de la tecnología. Más allá de pensar en riesgos y peligros, podemos ponernos en su lugar, asumir que su vida es digital como extensión natural de su proceso de crecimiento y hablar con ellos. Hablar no sobre lo malo que puede pasar, sino sobre todo lo que pueden hacer para que lo que pase sea bueno.
Así que aprovechemos cualquier momento de conversación con los adolescentes de la casa para ofrecerles estos 5 consejos:
Cuida tu dispositivo
¿Qué usan más? ¿El móvil? ¿La Tablet? ¿Un portátil? ¿Una consola? Sea lo que sea, es importante que l@s chic@s entiendan que estos dispositivos no son un juguete, sino una herramienta de comunicación, trabajo incluso y, por supuesto, entretenimiento. Y porque son cosas que cuestan dinero y no se reemplazan fácilmente, hay que ser cuidadoso. Este aspecto material de la atención directa a los dispositivos implica responsabilidad y consecuencias (si lo pierdes, ¿quién lo repone?; si se rompe, ¿dónde lo arreglamos?).
Por muy regalo que haya sido un dispositivo, la realidad es que en la mayoría de los casos de poco les sirve tener smartphone o Tablet si no hay conexión a Internet. Y resulta que Internet NO es gratis. En casa, tener wi-fi pasa porque tú, papá o mamá, lo pagues al proveedor que sea. Tener 3G ó 4G también implica pagar los datos, que se gastan al cabo de un tiempo. Si tus adolescentes reciben una paga semanal o mensual, no sueles simplemente reponer dinero si se la gastan en 3 días, sí que la responsabilidad de los padres implica generar responsabilidad en los hijos a la hora de gestionar sus gastos, también en datos.
Quizá opten por entornos públicos con wi-fi sin coste (restaurantes, centros comerciales…), pero a estas alturas tu hij@ ya debería saber que lo de “sin coste” es relativo, porque tendrá que dar sus datos (nombre, e-mail…) para poder acceder a esa conexión. Y los datos, hoy, son oro. Explícales por qué.
Cuidar el dispositivo significa también que cuando lo utilicen en casa a través de la wi-fi familiar, deberán ser cuidadosos con las webs a las que acceden, los mails en los que hacen link, la información personal que ofrecen en formularios de todo tipo y, especialmente, con la cámara incorporada. Porque pueden exponer la ciberseguridad de toda la familia. Los adolescentes no son niños pequeños: háblales de virus, timos y problemas varios relacionados con que otros accedan a tus dispositivos desde fuera. Porque eso pasa.
Finalmente, y sobre todo en el caso de los ordenadores, recuérdale a tus adolescentes la importancia de actualizar versiones de sistema operativo o de anti-virus y de no creer mensajes extraños que le dicen que tiene que instalar un programa que no conoce.
Cuida tus perfiles online
A estas alturas de su vida, tus hijos adolescentes se comunican ya por Internet (mensajes, mails, comentarios) y participan de forma activa en chats, apps y redes. Sean o no sean nativos digitales, pasen con mayor o menor experiencia los dedos por las pantallas, sepan o no hackear contraseñas y superar obstáculos, recuérdales:
- Elegir buenas contraseñas (números, caracteres, símbolos) y cambiarlas con frecuencia –incluso gestionarlas con algún programa creado a este efecto-.
- Desactivar la geo-localización, tanto en el dispositivo como en sus perfiles en apps y redes sociales. Porque, realmente, no es necesario que todo el mundo sepa dónde estás.
- Configurar los ajustes de privacidad de sus perfiles en redes sociales para que realmente sólo los conocidos puedan ver sus contenidos. Y no sólo en Instagram o Snapchat, en This Crush o Ask, sino también en WhatsApp y en cada una de las apps que se instalan (porque la mayoría de ellas requieren de creación de perfiles de usuario a través de e-mail, número de teléfono, nombre…).
- Elegir con cabeza sus nicknames o nombres de usuario, sus fotos de perfil, sus bios. Porque todo eso comunica, habla de nosotros, de cómo somos y lo que nos gusta. Estos tiempos conectados son maravillosos porque nos acercan a lo lejano y nos permiten estar en contacto permanente con “nuestra gente”, pero la impulsividad –especialmente la que todos vivimos durante la adolescencia- no debería significar que podemos hacer cualquier cosa.
Cuida tu imagen
No salimos desnudos a la calle y no nos vamos presentando a desconocidos al salir por ahí. Nos preparamos y actuamos en función del lugar al que vayamos -ellos ya saben que no es lo mismo ir al colegio un lunes por la mañana que salir con los amigos un viernes por la tarde; su atuendo, su actitud no serán iguales-. Así que no es lo mismo un chat con los más amigos que con todo el curso; no es lo mismo un mail al profesor que a un compañero; no es lo mismo una foto en la que solo sales tú que una foto de grupo; no es lo mismo Instagram que WhatsApp.
Lo online es parte intrínseca de quien eres offline, así que insiste en que piensen dos veces antes de publicar algo (una foto, un comentario, un video). Casi nada desaparece de Internet, así que mejor subir fotos y videos que tengan algún sentido o pensar si lo que van a publicar lo dirían a la cara también. Y que compartan cosas que sean suyas, no copiadas de la Red ni no acreditadas a su autor.
La imagen forma parte fundamental de la vida de hoy y para los adolescentes es una herramienta mucho más potente que el texto para contarse al mundo. Uno de los aspectos básicos de su vida digital tiene que ver con el “directo”: los videos enviados vía app, los Stories en Instagram, los snaps en Snapchat, los live en Facebook. Los adolescentes se comunican al momento y lo más importante es recordarles que piensen en qué se ve. ¿Un salón? ¿Un baño? ¿Otras personas? ¿Sus hermanos pequeños? Pensar, pensar, pensar. Y después, compartir. Porque prohibir que compartan no nos llevará a nada…
Cuida a tus amigos
Ser amigo significa estar ahí para el otro, apoyar en los malos momentos, celebrar los buenos, alertar de situaciones complicadas, disfrutar los éxitos. En tiempos conectados, explícales que está bien que avisen si ven que sus amigos hacen algo raro online, que hablen con sus colegas sobre contraseñas y trucos de ciberseguridad, que es mejor no ser testigos mudos de un mal comportamiento y que no deben compartir -ni contribuir a viralizar- fotos delicadas con cualquiera porque se pueden meter en un lío (o meterte a ti en un lío si el dispositivo es tuyo).
Cuídate
En lo físico y lo mental. ¿Por qué no cuidarse también en su vida tecnológica? Creará buenas costumbres… En estas edades empiezan a ocuparse de su imagen personal, probablemente hacen deporte, las chichas se miran en el espejo con atención, saben que hay alimentos más saludables que otros y que fumar es malo. No siempre tomarán las decisiones correctas, pero tienen que ir aprendiendo a elegir con criterio.
- Aconséjale que no se relacione con extraños o que, si lo hace, no comparta información “sensible”.
- Recuérdale que se duerme mejor sin dispositivos de por medio –y si quieres ser coherente, no coloques teles, consolas y dispositivos conectados en su habitación-. Respeta tú mismo las normas familiares de no tener el móvil mientras se come o cena en familia.
- Habla, con tranquilidad y calma, sin sobre-reaccionar, sobre cómo un uso excesivo de la tecnología puede dañar nuestra salud: nuestros ojos (pantallas), nuestros oídos (auriculares), nuestra salud postural (espalda, dedos, manos, cuello…), nuestra capacidad de concentración (mensajes que llegan mientras hacemos deberes), nuestro descanso (tentación de usar el móvil en la cama), estado físico (tendencia a preferir quedarse parado mirando a la pantalla en lugar de salir a la calle a hacer otras cosas).
- En sus relaciones románticas, que tienen que ir llegando porque es lo normal, habla con toda la naturalidad que puedas sobre sentimientos, respeto a ti mismo y tu cuerpo (y al del prójimo), sobre la maravilla de la intimidad que no hace falta retratar ni compartir con el mundo entero.
- Videojuegos y videos varios, qué fantástica característica de los tiempos tecnológicos… En lugar de prohibir que jueguen o pasen horas mirando contenidos audiovisuales, hablemos con ellos sobre auto-control, sobre cuánto es demasiado y sobre el papel que ellos mismos juegan a la hora de decidir cómo de enganchados están a mirar a una pantalla sin hacer nada más.
Vuelta al cole. Adolescentes en digital. Practiquemos la empatía y asumamos en positivo la fase que atraviesan nuestros hijos y la dimensión conectada de su vida. Hay un momento para todo e incluso hay maneras de utilizar la tecnología para hacer cosas que no tienen nada que ver con la tecnología.
Todos estos consejos nos los podemos aplicar los mayores también. Y en el caso de la comunicación con nuestros hijos adolescentes, lo más importante es que recordemos que nosotros también tuvimos esa edad, que el cambio es necesario, que la adaptación progresiva es positiva, que hace falta equivocarse para aprender, que un grado progresivo de libertad es imprescindible para aprender a tomar decisiones. Para cada aspecto de todos los incluidos en estos consejos hay numerosas fuentes de información de las que sacar ideas para abrir el diálogo.
Si incorporamos a la educación de nuestros adolescentes una conversación fluida sobre su vida digital y les vamos dando una autonomía 2.0 progresiva, tendremos más posibilidades de conseguir que desarrollen una relación saludable con la tecnología.
Autor: María Zabala, periodista experta en ciudadanía digital y familia. Creadora del blog iWomanish y colaboradora de Dialogando.