Existen en el mercado un gran número de videojuegos didácticos diseñados para ser usados en el aula, pero muchos de ellos carecen de la principal característica sin la cual el videojuego pierde su sentido: no son entretenidos. Ante esta falta de atractivo y considerando la limitada oferta existente en recursos educativos lúdicos, muchos profesores se pusieron a explorar y buscar contenidos, encontrando varios videojuegos convencionales que podían ser adecuados para la enseñanza.
Esta búsqueda de material educativo no convencional surge de la necesidad de aplicar en la enseñanza metodologías y dinámicas que además de entretenidas, sean eficaces. Según un estudio de la Asociación Española de Distribuidores y Editores de Videojuegos, tres de cada cuatro profesores de primaria en España consideran que los videojuegos tienen una gran carga pedagógica, y uno de cada tres los ha utilizado ya como herramienta didáctica. Para atender esta demanda, cada vez más profesorado opta por modificar y adecuar videojuegos convencionales para ser usados dentro del aula.
Son muchos los estudios que confirman que los videojuegos son una herramienta excepcional para promocionar valores como la solidaridad, el respeto o la cooperación. Los videojuegos cuentan con unas características óptimas para el aprendizaje de conceptos, procedimientos y, sobre todo, actitudes y valores. En los videojuegos, fallar está permitido y fallar es parte del proceso de aprendizaje, lo cual posibilita guiar a los estudiantes y acompañarles en su crecimiento personal. Son también una herramienta perfecta que posibilita aprender por el placer de aprender, y estudios recientes han demostrado que los videojuegos hacen a los chavales más creativos a la hora de escribir historias y dibujar. Pero por encima de todo, los videojuegos motivan a los alumnos, facilitan el aprendizaje, mejoran la concentración y sirven como refuerzo de la materia.
Autor : PantallasAmigas, colaborador de Dialogando.