La creciente concienciación de la población en relación con los riesgos a los que se ven sometidos los menores con el uso de Internet ha hecho saltar todas las alarmas. La Policía Nacional impulsa campañas de sensibilización en centros educativos para alertar a los menores de los riesgos que existen por un mal uso de Internet. La labor de las Delegaciones de Participación Ciudadana de la Policía Nacional se focaliza en la prevención: sensibilizar, concienciar e informar sobre todas aquellas cuestiones de seguridad que afectan principalmente a los menores.
La actuación fundamental de las Delegaciones de Participación Ciudadana es establecer un canal de comunicación fluido e inmediato con los ciudadanos, para poder conocer de forma directa los problemas, y posibilita una respuesta eficaz frente a la detección de cualquier cuestión relacionada con los menores en el ámbito educativo y su entorno.
Durante el pasado curso 2016/2017, las Delegaciones de Participación Ciudadana realizaron más de 24.500 charlas preventivas a nivel nacional, dirigidas a alumnos, familiares y personal docente. De estas, más de 13.000 charlas fueron impartidas a alumnos, y relacionadas con los “Riesgos de Internet y las nuevas tecnologías”, con diferencia, la temática más demandada por toda la comunidad educativa. En ellas, se informa y asesora sobre cómo evitar, detectar y actuar, ante todo tipo de situaciones de riesgo relacionadas con el uso de Internet, las redes sociales, y el uso de los dispositivos tecnológicos, como es el grooming, el sexting o el ciberacoso. También se ha impulsado la iniciativa Ciberexpert@, con el apoyo de Telefónica, un curso formativo dirigido a alumnos de 6º de Educación Primaria, que busca dotar a los menores de las habilidades necesarias para navegar seguros en la Red.
¿Son conscientes niños y jóvenes de los desafíos que se pueden encontrar en Internet?
Los menores, aunque pueden ser conscientes de los posibles riesgos a los que se exponen, carecen de las habilidades necesarias para responder ante determinadas situaciones. La relación con las nuevas tecnologías comienza desde muy pequeños, toqueteando la tablet o el móvil de sus padres. Aparentemente, saben más de Internet que sus progenitores, por lo que algunos adultos se sienten desautorizados ante ellos. Lo más habitual suele ser que no entiendan las consecuencias de sus actos, porque no son tan directas como en la vida real. Cuando tienen a un extraño delante, entienden perfectamente los riesgos. Sin embargo, cuando se enfrentan a una pantalla, las normas y los peligros se difuminan, dejándoles ver sólo las partes positivas.
Otro de los factores importantes a tener en cuenta, es la capacidad anonimizadora de las redes sociales. “Cualquiera puede crearse un perfil utilizando un nombre falso o incluso suplantando una identidad”, alerta la Policía Nacional. El anonimato que ofrece el entorno digital, actúa en detrimento de la seguridad de nuestros niños, jóvenes y adolescentes. No reparan en la negatividad de sus actos hasta que no les ocurre lo mismo o no son increpados por ellos. Por ello, existe una falta de percepción del peligro.
¿Están los menores desprotegidos?
Aunque erróneamente se tiende a creer que los menores dominan mejor las nuevas tecnologías porque crecen rodeados de ellas, si no se les educa correctamente, y se establece un control parental, las consecuencias pueden ser catastróficas.
Se les educa para la vida real, ¿por qué? La diferencia es esa brecha generacional y tecnológica que los adultos pueden llegar a sentir por no ser lo que se conoce como “nativos digitales”, lo que tampoco quiere decir que aunque hayan nacio en pleno desarrollo tecnológico sean lo suficientemente capaces para hacer un uso responsable y seguro de las herramientas digitales. Por ello, el interés de los padres debe centrarse en aprender en la misma medida en la que lo hagan sus hijos. Sentarse con ellos ante el ordenador o cualquier otro dispositivo puede fomentar la confianza a la hora de señalar problemas o riesgos cuando el menor se los vaya encontrando.
El problema principal, es que cuando un menor utiliza la tecnología, normalmente lo hace solo. No hay siempre una guía tras él que le avise de los problemas que pueden ir surgiendo. De esta manera, está completamente desprotegido. Frente a ello, la Policía Nacional ha encontrado un arma poderosa: la educación. El uso de herramientas eficaces para bregar con los riesgos inherentes a las redes y el acompañamiento de los adultos durante todo el proceso de aprendizaje de los menores -tanto en la vida real como en la virtual- es fundamental para adquirir los hábitos y conocimientos necesarios para poder desarrollarse correctamente como persona a lo largo de todo el proceso de socialización.
La alternativa, la falta de educación digital, no sólo puede convertir a los menores en víctimas de los delitos, sino también en autores.
Autor: Paula Sendín Rodríguez, Periodista.