Hace unos días, un colega etiquetó a un centenar de amigos en las imágenes de un proyecto de construcción que nada tenía que ver con los etiquetados. Ante el anuncio de alguno de estos pidiendo, con corrección, que no se le etiquetase algunos aludidos reaccionaron con enfado.
El principal debate se centró en quien recaía la responsabilidad y gestión del uso de las etiquetas: en el etiquetante o en los etiquetados.
Es frecuente aparecer en publicaciones que nada tienen que ver con las personas a las que se menciona, no aparecen citados en el texto, no tienen presencia en las fotos, ni tienen relación con la temática abordada.
Imágenes de cielos maravillosos, playas magníficas, puestas de sol inolvidables. Certificaciones recibidas, méritos acreditados, finalización de programas de especialización, graduaciones, nacimientos de vástagos y, entre otras temáticas, viajes ocupan gran parte de esos posts. También es habitual aparecer etiquetado en ascensos profesionales de colegas, conocidos o contactos y en noticias positivas del sujeto que etiqueta. Por descontados, fotografías de lindos gatitos y otras mascotas también ocupan espacio y protagonismo.
El objetivo de las etiquetas es diverso: llegar al mayor número posible de contactos, lo que se conoce como visibilidad; atraer visitantes al perfil; alcanzar un elevado número de “me gusta”, recomendaciones o comentarios; influir en la percepción que terceros tienen de la persona que realiza la publicación; lograr que los citados retuiteen o compartan el contenido; maximizar el nivel de exposición, etcétera.
Etiquetar a todos los conocidos en una fotografía al azar es una práctica que tiene defensores y detractores. En muchas ocasiones, la buena intención de compartir buenas nuevas, nunca mejor dicho, hace que unos lo vean como una forma de relacionarse y estrechar contactos. En otras, la búsqueda de visibilidad a través de del retuiteo y de compartir las publicaciones hace que otros lo interpreten como una forma superficial de incrementar la presencia en la Red, y resulta molesto.
Hay quienes defienden que “la gestión de la etiqueta es del etiquetado, no del etiquetante”. Hay quienes abanderan que “la gestión de las etiquetas es prudencia del que etiqueta”.
Etiquetar sin sentido, sin seguir una estrategia de marca personal, sin una coherencia que justifique la relación entre la publicación realizada y las personas mencionadas hace peligrar la reputación del autor de la publicación. Pone en duda su profesionalidad y buen hacer.
Invitar a los seguidores a etiquetar a los amigos es una práctica que únicamente suele reportar beneficios al que la propone.
¿Cuándo etiquetar en las distintas comunidades de miembros?
Etiqueta en publicaciones en redes sociales cuando las personas mencionadas salgan en las fotos, hayan participado en el contenido objeto de la publicación, muestren interés en la misma o cuando aporta información relevante para los sujetos etiquetados. En caso de duda, si no se tiene claro si el contenido que se comparte va a ser bien recibido, mejor NO etiquetar.
El etiquetado estratégico, conocido como tagging, tiene como objetivo conseguir un buen engagement con la audiencia objetivo para aumentar las interacciones e incrementar la repercusión digital. Primar el detalle sobre la generalización es la premisa base en la que se apoya.
Realizar interacciones entre usuarios con intereses comunes es una de las mayores bondades de las redes sociales. Etiqueta de forma responsable, en contenido de calidad y, siempre, aportando valor.
Si se busca incrementar la presencia y visibilidad en redes sociales, es recomendable poner en práctica unos sencillos y efectivos consejos:
- Crear contenido que valga la pena, que genere interés o satisfaga una necesidad. Combinar contenido propio y contenido ajeno, y ser prudente con el contenido promocional.
- Ofrecer información breve, concreta y completa. Y en días y horas que lleguen al público de interés. Cada usuario debe analizar su horario estratégico.
- Texto, audio y video logran una combinación que enamora. Lo audiovisual interesa, emociona y une.
- Emplear un lenguaje que conecte con la audiencia. Dialogar con ella utilizando el tono adecuado a cada comunidad de miembros.
- Relevancia, autenticidad y personalización generan conexiones de valor.
Autor: Mar Castro, Pionera en investigación y difusión de NETiqueta en España y colaboradora de Dialogando.