El otro día recibí una gran lección de parte de mi hijo ElMayor; estaban sentados en su zona de estudio haciendo los deberes, y ElMayor me dijo que tenía que mirar en Edmodo (la plataforma virtual que utilizan en su colegio para los deberes y demás) el deber de geografía que le habían dejado; mientras tanto me fui a revisar el tema de la cena y al regresar, yo, muy ilusa, pensé que ya había terminado con el ordenador.
¿Pues qué me encuentro? El chico con cascos ¡viendo un vídeo! Ohhhh… las alarmas de mamá preocupada por la honestidad de sus hijos se dispararon y a medida que una cierta sensación de enfado se iba apoderando de mi cuerpo, me acerqué sigilosamente (sí, eso que hemos dicho que nunca haríamos cuando fuéramos madres, pues ahí estaba yo haciéndolo) para poder pillarlo in fraganti, pero él notó mi presencia, se giró, me sonrió y ¡siguió en lo suyo! (¿CÓÓÓMOOO?, no ésto ya era el descaro), así que me puse a su lado y le pregunté con gran énfasis qué estaba haciendo, a lo que simplemente respondió: – Pues los deberes de geografía, mami, ¿qué otra cosa iba a estar haciendo?
Y es que así era; tenía que ver un vídeo que les puso su profesor para luego hacer una sinopsis sobre las posibles causas de las inundaciones que mostraba el corto documental.
No es la primera vez que mis hijos hacen deberes en entornos digitales, pero sí era la primera vez que me sorprendía el alcance ilimitado que tienen las herramientas online en los entornos de aprendizaje; y por primera vez realmente entendí que la nueva generación necesita otros métodos que incluyan estas nuevas herramientas, que se las apropien y saquen el mejor provecho a todo el mundo de posibilidades que las Tecnologías de la Información y Comunicación actuales (las llamadas TIC), nos ofrecen.
Soy una ferviente defensora de otro tipo de escuela, una en la que se motive el aprendizaje y no que se centre en la evaluación; una que haga que mis hijos tengan deseos fervientes de saber más y más, que despierte su curiosidad e incite su creatividad para la resolución de situaciones; una educación que les permita aprovechar ese acceso ilimitado a fuentes de información a través de Internet.
Internet no es sólo una fuente de información; en la web se alojan cientos de páginas y plataformas educativas y en los dispositivos móviles tenemos la oportunidad de acceder a miles de Apps que pueden ser utilizadas por nuestros menores para estimular su aprendizaje y su creatividad, las cuales deberíamos aprovechar de mejor forma.
Las plataformas educativas virtuales son sitios web seguros, algunos con formato de red social y otros con formato de tablón de anuncios, a los que los colegios pueden acceder mediante un contrato, y que da acceso a los miembros de la comunidad que el colegio elija (alumnos, profesores, padres, orientadores); suelen albergar los blogs de las clases, los menús de los comedores, las actividades realizadas, e incluso algunos pueden gestionar las evaluaciones y los reportes de notas. Algunas de las plataformas más conocidas son: Schoology, Edmodo, CourseSites, Udemy, Facebook for Education, Educamos, entre otros.
Además, en Internet hay muchos lugares también para la práctica en sitios educativos, y editoriales que tienen sus propias aplicaciones, que suelen ser más dinámicos e interactivos, y a los cuales también podemos tener acceso los padres (no solo a través del colegio), ya sea suscribiéndonos o utilizando versiones gratuitas.
La mayoría de deberes digitales que tienen mis hijos son divertidos (ya me gustaría a mí que no fueran deberes, pero ese es otro tema del cual tal vez, también hablemos por aquí). El colegio, sin ser obsesivo con el uso de la tecnología (vamos, que no es de los que tienen iPads en las clases, es más, ni siquiera los usan) sí que se ha vinculado a una serie de sites educativos digitales que promueven la práctica de las asignaturas de forma casi que lúdica. Así que realmente, si es para aprender divietiéndose: ¡VIVAN las TIC! porque ya sabemos que la mejor forma de aprender para un niño, es jugando, y que solo se retiene en la memoria aquello que nos gusta o que nos ha generado placer.
Autor: Catalina Echeverry, creadora del blog Mamá También Sabe