Cada vez antes y cada vez más. Los niños y adolescentes conviven con total normalidad con decenas de aplicaciones instaladas en sus propios dispositivos o en los que tú les dejas utilizar de vez en cuando. Apps, una palabra que hace poco no existía y que actualmente forma parte de las conversaciones diarias y de la actividad cotidiana de los más jóvenes.
Hay apps para casi todo: de juegos, de letras y números, de dibujo, de videos, música, mensajes, de gestiones, pagos, viajes, organización personal y empresarial, apuntes y notas, grabación y edición, compras de todo tipo, encargos, pronóstico del tiempo, información, comunicación… Hay apps de linternas, espejos, tutoriales, medicina y salud, almacenamiento de ficheros, control de actividad física…
Los niños empiezan a usar apps muy pronto. Los padres ponemos en sus manos el dispositivo y descargamos aplicaciones con las que puedan entretenerse y aprender. Después pasan a tener dispositivo propio y quieren ir descargando apps que les permitan seguir conociendo el mundo y expresarse o divertirse. Y aunque todas o casi todas las apps son intuitivas y fáciles de usar, mientras nuestros hijos crecen es fundamental que los padres hagamos un cribado casi constante de las aplicaciones que piden, descargan y más utilizan.
Tus hijos y las apps: aspectos básicos
- Algunas apps tienen versión web propia y otras son diseñadas específicamente para su acceso a través de dispositivos varios. En la mayoría de los casos, cuando nos descargamos por primera vez una aplicación, es necesario crearse un perfil de usuario para poder utilizarlas (normalmente dando nuestro correo electrónico y muchas veces también añadiendo foto, número de teléfono, fecha de nacimiento, nombre de perfil…).
- Las aplicaciones se descargan desde cuatro ‘tiendas’ online, en función del sistema operativo con el que funcionen nuestros dispositivos. Se trata de Apple Store, Google Play Store, Windows Store y Blackberry World. Los desarrolladores de apps tienen que solicitar a estas plataformas el permiso para poder venderlas y solo cuando se produce esa autorización es cuando los usuarios tenemos acceso a las aplicaciones. Todas las plataformas realizan revisiones de las apps para comprobar su seguridad o fiabilidad, pero nada nos garantiza del todo que una aplicación no muy popular no suponga un riesgo para nuestros dispositivos. Tienes más información en esta tabla de Ofcom que repasa cómo cada entorno web de descargas revisa las aplicaciones que permite descargar.
- Para poder realizar la descarga, tenemos que tener perfil de usuario con Apple, Google, Windows o Blackberry (vía e-mail y datos personales, incluido algún método de pago). Aunque las apps sean gratis, aunque no paguemos dinero, siempre aportamos algún dato personal y siempre, al manejarlas, ponemos en conocimiento de dicha app algunos de nuestros hábitos, contactos o información.
- Cuando nos descargamos una app en un dispositivo, debemos saber que esa aplicación tendrá información sobre el móvil o Tablet o Smart TV en cuestión, sobre nosotros. En primer lugar, porque nada más empezar a usarla nos pregunta cosas cómo “La app XX quiere acceder a tu carrete de foto / a tus contactos / a tu cámara…”. Y en segundo lugar porque, si no configuramos bien cada app, puede que accedan a nuestra localización o que consuman datos incluso cuando no las usamos, por ejemplo. El 59% de las apps envía información sobre el dispositivo o sobre los hábitos del usuario a terceros partes (D. Holloway, L. Green, S. Livingstone, EU Kids Online network, Zero to Eight: Young children and their internet use, agosto 2013).
- En España, las apps más descargadas son WhatsApp e Instagram. Hay mucha información sobre las mejores aplicaciones para niños, pero pocos datos sobre cuáles son las apps infantiles-juveniles más descargadas. En todo caso, las favoritas de los adolescentes WhatsApp, Musical.ly, Snapchat, Instagram, Ask.fm, PokemonGo, ClashRoyale…
Tus hijos y las apps. ¿Cómo las descargan?
Escenario 1: tus hijos no puedan descargarse apps.
- Son muy pequeños y lo haces tú;
- Tienen que pedirte permiso (tecnológico como el que ofrece Apple, o humano porque solo tú sabes la contraseña);
Si tu decisión está implicada en una descarga, haz el ejercicio de repasar las aplicaciones que te piden, sean juegos u otras. Algunos ejemplos de sitios en los que buscar información son Generación Apps y Common Sense Media.
Escenario 2. Tus hijos pueden descargarse las apps que quieran.
Intenta hablar con ellos sobre las apps que ya tienen, las que están de moda, las que no tienen pero les gustaría tener. Habla sobre precios “normales”, sobre publicidad, sobre ajustes de privacidad.
Según datos de la encuesta OnePoll de Internet Matters con padres de niños de entre 5 y 11 años (2015), un 29% de los padres deja que sus hijos se descarguen apps sin permiso.
Tus hijos y las apps: ¿para qué las usan y qué debe preocuparnos?
Niños y adolescentes (adultos también) utilizan el mundo de las aplicaciones fundamentalmente para tres cosas, a su vez ligadas a varios aspectos a tener en cuenta:
1. Conocer a gente y comunicarse (WhatsApp, Snapchat, Skype, Facetime, mensajes en Instagram, Ask.fm, apps de juegos en línea…).
Suelen utilizar estas apps para relacionarse con amigos o familiares, pero algunas permiten que tengan contacto con desconocidos. Aunque muchas restringen los contactos, otras exponen más los perfiles y permiten que les ‘encuentre’ gente a la que no conocen. Además, al poder relacionarse con otros sin un ‘cara a cara’, los jóvenes a veces no perciben las consecuencias de enviar mensajes ‘delicados’ o comunicarse con desconocidos.
2. Publicar y comentar en redes sociales (Instagram, YouTube, Snapchat, Ask.FM…)
Las redes sociales permiten comunicarse sin importar las distancias o el momento. Nuestros hijos pueden “decorar” fotos, saber qué hacen los demás, contar lo que hacen … El primer ‘problema’ de las apps de redes sociales tiene que ver con la información personal de nuestros hijos y con cuánto de lo que publican será visible: cuando te creas perfiles y te descargas la aplicación, muchas empiezan por pedir tu número de teléfono, tu nombre, tu e-mail, tu edad… y no siempre explican claramente qué se hace con esa información o quién ve realmente lo que publicas. Así que configurar los ajustes de privacidad es fundamental.
También en relación con la privacidad en redes sociales es importante recordar, especialmente a los adolescentes, que hay muchas formas de ‘traicionar’ la intimidad o perjudicar el bienestar de otros sin casi darse cuenta (datos en sus bios, fotos en según qué sitios, comentarios públicos, videos en los que sale gente que no querría salir…).
Vivimos un mundo en el que la imagen es la reina, con el consiguiente protagonismo del postureo. Es muy fácil caer en la tentación de ‘embellecer’ todo o forzar situaciones simplemente para poder compartir una foto o un video o un mensaje. Hacer el ejercicio de saber disfrutar del momento y de comportarse online tal y como somos es una necesidad, no una opción.
3. Entretenerse, comprar (YouTube, Musical.ly, Dubmash, Spotify, juegos, Glovo, Wallapop…).
Una de las principales preocupaciones es la de que los niños encuentren contenido explícito o inadecuado dentro de las apps. No es sólo que entren en una web de videos y busquen; también pueden llegar a esos contenidos desde aplicaciones en apariencia inofensivas. Así que elegir bien las apps y sobre todo hablar con los niños es fundamental.
También preocupa que los niños gasten dinero sin saber para qué o siendo ‘manipulados’. Algunas apps requieren de pago pero, aunque la app sea gratuita, muchas veces los juegos incluyen publicidad de actualizaciones u ofertas. Y los niños harán click sobre un enlace que le promete un premio o un truco para subir de nivel o nuevos filtros de color. En 2013, el 80% de las apps más populares se ofrecía sin coste, pero incorporaba opciones de compras y gastos de actualización o cuentas Premium dentro de la aplicación (Nielsen, Understanding the Children’s Book Consumer in the Digital Age, 2013).
El papel de los padres
Hasta los 11-12 años
- Buscar información antes de descargar apps, aunque sean de juegos.
- No descargar todo lo que el niño pida, sino trabajar la paciencia.
- Hacer limpieza de apps que no se usen antes de seguir llenando el dispositivo de nuevas aplicaciones.
- Acostumbrarles a que eres tú quien decide qué se descarga y cuándo.
De 13 años en adelante
- Si tienen su propio dispositivo, mantener en la medida de lo posible algún control sobre las apps que se descargan y cómo las configuran.
- Hablar con ellos sobre la importancia de buscar información sobre las apps, actualizarlas cuando haga falta, tener en cuenta la configuración de privacidad de cada una…
Utilizamos todo tipo de apps a diario. Precisamente por eso es importante que entendamos cómo funcionan, cuál es nuestro papel como usuarios a la hora de gestionarlas bien. Y aunque nuestros hijos son intuitivos y no tienen miedo a probar el mundo digital, tampoco nacen sabiendo cómo es realmente el mundo de las aplicaciones y cuál es el alcance de lo que hacen con ellas. El papel de los padres es más importante que nunca.
Autor: María Zabala, periodista experta en ciudadanía digital y familia. Creadora del blog iWomanish y colaboradora de Dialogando.