De la A a la Z. Con esta expresión podemos querer decir, por ejemplo, que sabemos algo ‘al dedillo’, o que algo cubre todo un espectro de opciones. Unimos la primera y la última letra de nuestro alfabeto para dar a entender un todo, algo completo.
Antes de la transformación digital que tanto marca nuestra sociedad, ser ‘alfabeto’ implicaba que sabías leer y escribir, habilidades necesarias para desenvolverse en un mundo en el que el texto era la base de casi todo. Hoy, en el universo de los vídeos, las noticias falsas, los contenidos digitales ubicuos, la interacción constante y la gestión multiplataforma de nuestros datos personales, … ser alfabeto implica muchas cosas más. Ser alfabetos de la era digital implica ser capaces de manejarnos con cierto conocimiento de causa en los distintos ámbitos en los que la tecnología ha irrumpido en nuestras vidas. Así, trabajar nuestra cultura digital -en lo profesional, lo personal y lo familiar- es una tarea fundamental que puede incluir distintos enfoques:
1.- Alfabetización tecnológica, también denominada a veces ‘computacional‘: incluye capacidades técnicas que permiten manejar la tecnología, como usuario o como creador y experto o hacker. Con frecuencia se dice que las nuevas generaciones ‘saben mucho de tecnología’, como si nacieran con estas habilidades tecnológicas ya aprendidas. No es verdad. Saben abrir archivos y subir fotos, crear perfiles en redes y descargar apps; tiene una predisposición positiva y una curiosidad que les impulsan a probar el mundo digital sin temor. Pero no lo saben todo. Nosotros, en la mayoría de los casos, tampoco. Podemos aprender juntos sobre contraseñas, plataformas creativas, código sencillo, navegación y compras seguras…
2.- Alfabetización digital: incluye un cierto grado de lo que se contempla en la anterior categoría, pero va más allá, abarcando habilidades tecnológicas, culturales y personales. Es conocimiento técnico y uso consciente, pero también comprensión y creación. Tiene que ver con saber comportarse, saber cuidarse, saber adaptarse y participar; desarrollar las tan mencionadas competencias digitales.
3.- Alfabetización mediática: la información ya no está sólo en periódicos, revistas, televisión o radio; nos llega a través de redes sociales, links en apps y correos electrónicos, newsletters y suscripciones, mensajes, publicidad insertada en nuestra navegación, resultados promocionados en las búsquedas online, videos, plataformas de streaming, podcasts… Y esa información está hecha cada vez por más gente que no necesariamente trabaja analizando la información directamente desde las fuentes. Actualmente, casi cualquiera puede crear contenido y compartirlo, y en ocasiones se hace con el objetivo de sacar beneficio o manipular, o puede que el contenido esté condicionado por las personas que vayan a recibirlo. La alfabetización mediática comprende las habilidades que nos ayudan a ser consumidores críticos de lo que vemos en la Red y en los medios, así como contribuidores inteligentes a todo lo que circula en el mundo conectado. Nos permite pensar sobre los contenidos que estamos creando, viendo, leyendo, compartiendo o comentando; saber entender cómo confluye lo que ves con quién lo ha creado, con qué propósito o para quién; saber buscar o analizar contenidos, utilizando recursos válidos. Echa un vistazo a las 5 leyes de la UNESCO sobre alfabetización mediática.
No es lo mismo
- Leer una noticia porque el tema te interesa o leerla porque el título parece muy jugoso.
- Ver un video sobre lactancia materna en un blog que defiende la lactancia materna, en una sección de un medio patrocinada por una empresa que vende leche de fórmula o en una web profesional de Pediatría.
- Consultar información sobre una enfermedad en una web con autoridad médica contrastada o en una web sin autor conocido.
- Recibir un mail de ‘appletecontacta.org’ diciendo que pinches sobre un link para cambiar tu contraseña o recibir un mail de ‘apple.com’ diciendo que vayas a la web oficial de Apple para cambiar tu contraseña.
- Poner en un trabajo del colegio una foto descargada de una web diciendo que la has descargado de esa web o utilizar la foto pero no explicar nada.
- Leer algo (post en redes sociales, noticia en Internet) y comentar fruto del impulso, o leer algo y pensar qué opinas antes de escupir por escrito tu reacción.
- Que tu novia te envíe una foto a ti o enviarla tú a todos tus grupos de WhatsApp.
- Pagar para ver películas y series y leer libros o descargar contenido de webs ‘piratas’.
- Navegar por Internet sabiendo qué son las cookies o navegar sin saberlo.
- Entender cómo funciona la tecnología que utilizas que dejarte llevar y utilizarla sin más.
- Ser consciente de cómo cuidarse en la sociedad digital -cuidar la salud y cuidar la seguridad- o pensar que lo tienes todo bajo control.
Tenemos un curso nuevo por delante para aprender cosas nuevas sobre cómo mejorar en nuestra cultura digital. Quizá, entre otros propósitos familiares, podemos:
- Aprender juntos sobre seguridad en Internet.
- Aprender sobre cookies, perfiles, buscadores, descargas y apps.
- Hablar en casa sobre conducta y convivencia en tiempos de Internet,
- Aprender cosas nuevas y mantener conversaciones sobre la sociedad digital.
- Construir una relación razonablemente sana de nuestra familia con la tecnología.
- No olvidar que el tipo de personas que somos determina, sin lugar a dudas, el uso que damos a la tecnología y la forma de vivir en sociedad (digital).
Poco a poco, paso a paso; concienciarse de la necesidad de saber convivir con la cantidad constante y masiva de información e interacción que nos rodea es una tarea que debemos abordar, los mayores y los pequeños, desde ya. En Dialogando puedes encontrar todo tipo de contenidos para elegir sobre qué temas seguir aprendiendo.
Feliz curso 😉
Autor: María Zabala, periodista experta en ciudadanía digital y familia. Creadora del blog iWomanish, autora del libro Ser padres en la era digital y colaboradora de Dialogando.