En la fría mañana, a media luz, con tus pies protegidos por el edredón y el cuerpo calentado con el café que te estás tomando mientras navegas por Internet, una dura realidad azota tu cabeza: he cometido un delito. Parece una trama de cine negro de los años 30, revisada en el siglo XIX, pero no lo es. Tan rápido como la velocidad de la tecnología y tan sencillo como crear conexiones, en la actualidad nos podemos convertir en delincuentes en unos pocos clics. Y lo que es peor: sin tener la menor idea de que el delito se está produciendo.
Volviendo a la escena de la fría mañana, el tema gana fuerza y la conversación se alarga durante horas. Por cuestiones de seguridad, prefieres utilizar una cuenta falsa y, si la otra persona también está siguiendo la misma estrategia, nunca lo sabremos. Y así se produce el delito por robo de identidad, penado con hasta 5 años de prisión, incluso sin tener la intención de dañar a la otra persona.
Todo puede empeorar, si tu vecino no protege el router con una contraseña segura y conserva la contraseña por defecto de su red Wi-Fi. Una invitación a conectarse, ahora que es «de noche y tu vecino duerme». «No lo va a notar», te defiendes. Parece inofensivo, pero estás haciendo uso de algo que ha pagado tu vecino y eso tiene un nombre, ¿verdad? Robo. Así de sencillo.
¿Y si decides grabar tus vacaciones y editar un bonito vídeo para publicar en YouTube? Hasta aquí todo correcto y perfecto, excepto si usas una música por la que no has pagado previamente. Ya sea de un CD que tenías o de una descarga en MP3 por canales oficiales. Solo se puede utilizar una música en un vídeo si has comprado la canción específicamente para dicho uso, o bien descargas las canciones desde un banco de músicas del tipo «Licencias libres Creative Commons».
Por último, una práctica que puede darnos muchos dolores de cabeza tiene que ver con esas «pequeñas» bromas que hacemos con los amigos (generalmente fotos vejatorias o montajes) cuando acaban en la Red con el objetivo de hacer un uso compartido de las mismas, adquiriendo un alcance que nadie imaginaba y causando un daño que nadie hubiera deseado. Lo que para ti parece una broma, para la policía se trata de ciberbullying, un delito, una broma con poca gracia.
Hoy en día hay normas y leyes sobre ciertos asuntos que no existían hace 10 años y, por lo tanto, tan importante como seguir avanzando a nivel tecnológico es continuar realizando cambios que se traduzcan en novedades.
