El acoso escolar/ciberacoso que sufren las criaturas LGBTI es solo la proyección de todos los fantasmas de la cis-heteronomatividad. Esto es, la norma que asume como cis-heterosexuales (1) a toda la población. Esta norma pasa desapercibida tratando de naturalizar los prejuicios de los adultos reclamando cualidades diferentes al niño y a la niña y modelando sus gestos y cuerpos en pos de la feminidad, la masculinidad tradicional y de una orientación afectivo-sexual (2) heterosexual. En muchas ocasiones creemos proteger a los menores aislándoles de conocer la diversidad, pero en realidad esto no se hace tanto pensando en niños y niñas sino en proteger las normas sexuales y de género que los adultos ya han interiorizado y que consideran lo normal frente a lo raro.
El famoso término “salir del armario” reivindica el derecho a una existencia fuera de la norma sin recibir violencia. En ocasiones es cuestión de supervivencia. ¿Cómo podría un adolescente, aun dependiente de su familia, denunciar que es acosado por pertenecer al colectivo sin salir del armario? La autoridad de la norma condiciona su existencia. Una persona puede perder su trabajo por salir del armario, y en otros países, puede incluso, perder la vida.
Tampoco es fácil para las personas cis-heterosexuales, a veces faltan las claves para comprender realidades que no son conocidas. La mayor parte de la población es respetuosa con la diversidad. También hay gente que hace daño por ignorancia, solo necesita conocer más la realidad LGBTI. Pero otra muy diferente es la gente que causa dolor por el odio al diferente. Casi siempre, odio construido a través de prejuicios y estereotipos que cimentan una intolerancia inamovible, que empuja a echar a hijos e hijas de casa, a dejar de incluir a parientes en la familia, o lo que es peor, pedirles que dejen de ser quienes son, a exigirles que se escondan.
Parafraseando a un célebre filósofo, ¿Es que nadie piensa en les niñes (3) queer? También les niñes homosexuales, trans e intersexuales merecen que pensemos en ellos y respetemos su derecho a existir fuera de la norma más habitual. Más de la mitad de los, las y les adolescentes homosexuales, bisexuales y trans confiesan haber sufrido agresiones físicas o psicológicas en el colegio. Puede parecer que los colegios son lugares en los que el género y la sexualidad no tienen cabida, como si menores y adolescentes fueran ángeles asexuados, sin género. Sin embargo, en los institutos, el insulto más común entre los chicos es “maricón” mientras que para las chicas es “puta”. Esto es un indicativo de la importancia de lo sexual en los colegios y nos da una pista sobre con qué parámetros ven el mundo los jóvenes y qué es lo que la norma castiga. Castiga todo lo que se salga los límites que los prejuicios de género le hayan impuesto. A la norma no le gusta la ambigüedad, quiere un mundo en el que los roles de género tradicionales sean respetados y en el que las personas formen familias heterosexuales, castigando a todo el que se salga demasiado de este modelo.
Las escuelas son el lugar donde los menores se forman, donde, a través de materias aprenden contenidos teóricos y desarrollan sus capacidades. También son el lugar donde se construye la personalidad, la autoestima, los y las futuras ciudadanas. Si no queremos que los colegios se conviertan en una fábrica de operarios donde se discrimina a normales y diferentes, donde los diferentes han de soportar violencia durante toda su infancia y juventud, donde se segrega entre “machos y afeminados”, “guapas y feas”, “listos y tontos” es de especial relevancia demandar una escuela verdaderamente inclusiva, que respete la diversidad, que potencie las capacidades de todos los menores, que forme en valores democráticos de convivencia pacífica. Se trata de comprender que el aula es tan diversa como diversa es la sociedad y lo que queremos homogéneo es el acceso a un futuro digno y una vida libre de violencia. Se trata de superar la idea de “tolerar al diferente” y de implementar de manera eficaz, lo que ya se enuncia en las leyes: una atención a la diversidad.
(1) Las personas cis son aquellas que se identifican con el género que se les asignó al nacer. Las personas trans son aquellas que se identifican con un género distinto al que se les asignó al nacer.
(2) La orientación afectivo-sexual, normalmente acortado como orientación sexual, indica hacia donde se dirige el amor y el deseo sexual. Si hacia el propio género, el opuesto o más de uno.
(3) Utilizar la “e” como desinencia neutra es una alternativa a usar el masculino como neutro utilizada especialmente por el activismo.
Autores: Erika Barrancos, Voluntaria del Grupo de Educación de COGAM y Jose Vela, Técnico de COGAM.