Recientemente, la Red de Atención a las Adicciones (UNAD) ha destacado que durante la crisis del coronavirus se detectó un notable aumento de llamadas de solicitud de ayuda relacionadas con el abuso de videojuegos, el juego online y la excesiva exposición al móvil y a Internet por parte de los niños y adolescentes, que ha agudizado conductas problemáticas derivadas de un mal uso de las tecnologías.
Además, durante los meses del confinamiento ha podido resurgir entre los más pequeños una permanente presión por no perderse nada en las redes sociales, que implica nunca estar solos y nunca estar aburridos. La socióloga Sherry Turkle describe este fenómeno como «la intolerancia a la soledad», que conlleva estar desatentos a las personas que tenemos alrededor para conectarnos con el mundo virtual. Turkle considera que la necesidad de conectarnos al mundo virtual y el constante tintineo del móvil reclamando nuestra atención quita la oportunidad de aprender a mantener conversaciones, a poder tener un momento de introspección sin estar conectado y sin que ese hecho genere ansiedad. De este modo los niños y adolescentes pueden no aburrirse nunca, pero también podemos hacerles menos tolerantes a establecer relaciones duraderas.
Ahora que llega el verano, el calor y las vacaciones toca desconectar, buscar ratos detox o de equilibrio entre el mundo analógico y el virtual que permitan una visión más rica y sosegada de lo que nos rodea. En este proceso hay que perder el miedo a que los hijos se puedan aburrir. Todos nos hemos aburrido cuando hemos sido pequeños y no nos ha ocurrido nada. En esos momentos se potencia la imaginación, se aprende a focalizar la atención y a concentrarse en una única tarea hasta terminarla, se aprende a apreciar la compañía de las personas queridas, se comienzan a valorar algunos momentos de soledad (tan necesarios más adelante cuando el estrés corra el riesgo de atraparles) y sobre todo se fomenta la creatividad.
Sin embargo, hoy en día el aburrimiento está mal visto. Los padres procuran tener entretenidos constantemente a sus hijos. Los niños actuales tienen precisamente un exceso de estímulos, diversiones y distracciones, justo lo contrario al aburrimiento. Parece que procurar estas distracciones a los niños es una de las obligaciones de los padres. Y distracciones a veces cada vez más caras y complejas.
Pero hay que tener en cuenta que, cuanto más sencillo es un juguete, mayor creatividad necesita aportar el niño al juego. Sin embargo, cuando los juguetes están pensados para materializar todos los posibles escenarios, como ocurre con los videojuegos por ejemplo, el niño se dedica a observar y no a crear o imaginar alternativas de diversión. Este exceso de actividad audiovisual retrasa el natural desarrollo de la inteligencia, la creatividad y la imaginación. Los niños que no tienen la posibilidad de aburrirse pierden la capacidad de imaginar, de crear, de jugar, de inventar… Por supuesto hay que jugar con los hijos y dedicarles atención. Pero hay tiempo para todo.
La creatividad se puede fomentar desde la escuela, por supuesto. Pero también desde casa. Ahí van cinco sugerencias para favorecer la creatividad de los hijos:
- El móvil es útil, por supuesto. Pero también necesitamos momentos en los que nada llame nuestra atención. Necesitamos tiempo para estar solos. Del mismo modo, brindemos a los hijos la oportunidad de aburrirse para aprender así ellos también a estar solos. Además, cuando estamos descansando y sin hacer nada, el cerebro sigue trabajando, reelaborando y buscando conexiones entre ideas. Esos ratos son esenciales, porque nos permiten dar sentido a lo que hemos aprendido recientemente, replantearnos problemas, repasar hechos vividos, recordar y sanar decepciones y reafirmar deseos y objetivos.
- El arte, y concretamente el cine, la literatura, la música o el teatro, nos emocionan y potencian nuestra imaginación y la capacidad que tenemos para crear. Lo mismo a los niños: el arte potencia la creatividad. Y buscar el arte no significa necesariamente ser artista. El arte está en todo: en una buena película, en un microrrelato de TikTok, en un anuncio de publicidad que cuenta una historia con la que nos emocionamos, en un directo de Instagram que actualiza la música clásica con rasgos de rap urbano… Ayudemos a los hijos a vivir el arte como algo natural, siendo conscientes de que está mucho más cerca de lo que parece y ayudándoles a descubrirlo en el día a día, también en el entorno virtual. Porque Internet, utilizado de un modo inteligente, es una fuente inagotable de creatividad.
- Además, el arte favorece la educación emocional y la gestión de emociones, algo que los más pequeños necesitan en su día a día para todo, también para potenciar la creatividad. Porque la emoción facilita el aprendizaje y favorece el ser creativo. Con el arte se desarrolla la educación emocional porque no solo ayuda a conocerse a uno mismo sino que te hace conocer mejor a los demás y empatizar con ellos. Un buen libro te identifica plenamente con sus personajes y te hace revivir sus historias. Porque el arte enseña a gestionar las emociones. Sobre todo la música. Sirvan de ejemplo las miles de personas que, desde sus balcones, se emocionaron en este confinamiento mientras escuchaban una pieza de música interpretada de un modo altruista por un vecino.
- Dar las cosas hechas a los hijos es uno de los principales enemigos de la creatividad. Los padres hiperprotectores, sin darse cuenta, limitan la capacidad de imaginar y crear de sus hijos. Sin embargo, cuando se les hace a los hijos partícipes de sus decisiones, a la edad adecuada a cada uno, y se les ayuda a encontrar modos distintos de realizar las cosas, sin dárselas completamente resueltas, se les está ayudando a potenciar la creatividad, tan necesaria después para su desarrollo personal, académico y profesional. ¿Cómo se puede conseguir esto? Entre otras cosas, haciendo preguntas inspiradoras antes de darles resueltos los problemas. “¿Cómo lo harías tú?”, por ejemplo; o “¿qué otro modo se te ocurre para salir de esta situación?”, cuando se encuentran con una cuestión difícil. La creatividad se potencia dejando a los niños cierta libertad –adecuada a su edad- para que puedan encontrar respuestas por sí mismos a las distintas situaciones que se les presente.
- No hay nada que potencie más la creatividad que contar cuentos a los más pequeños e historias y hechos reales a los más mayores. Cuando se cuentan historias a los hijos, su imaginación les lleva a identificarse con una situación o con un personaje, a diseñar los paisajes y decorados en los que transcurre la trama, a poner imagen, voz y color a los hechos que acontecen. Además, leer y escuchar cuentos genera muchas más conexiones neuronales que el visionado de una película o el desarrollo de un videojuego.
Autor: Antonio Milán, profesor universitario, experto en educación digital, autor del libro “Adolescentes hiperconectados y felices” y colaborador de Dialogando.